Dos de las mayores crisis planetarias que vivimos,
la crisis alimentaria y la crisis climática, tienen como causa principal el
sistema alimentario agroindustrial: desde la agricultura y pecuaria industrial a los supermercados forman una
cadena que oprime a la gente y exprime al planeta, con Monsanto firmemente tirando de un extremo y Walmart del otro.
El
papel de esta cadena en provocar el caos climático es fundamental, pero como
esta realidad es muy diferente de lo que nos dice la propaganda empresarial,
muchos se preguntan en qué se basan estas afirmaciones. Una referencia obligada
es el documento de Grain Alimentos y cambio climático, el eslabón olvidado
(www.grain.org), que da cuenta de las principales entre más de 350 fuentes de
las que parten.
La
mayoría de los estudios oficiales –desde el Informe Stern del Reino Unido al
Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) y otras instituciones–
ubican a la agricultura industrial –a gran escala, en monocultivo, con alto uso
de insumos (fertilizantes, agrotóxicos, semillas híbridas o transgénicas)– como
causante de 11 a 15 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero
(GEI), dándole el tercer o cuarto lugar entre los factores causantes del cambio
climático.
Sin
embargo, esto no refleja la totalidad del problema, porque el sistema
alimentario agroindustrial está directamente relacionado a porcentajes
importantes de otros grandes factores identificados como causantes del cambio
climático (transportes, producción de energía, deforestación)…
… Esta
forma de producción, distribución y consumo industrializado produce un
desperdicio de comida gigantesco: desde los establecimientos agrícolas a los
procesadores, distribuidores y comerciantes, se estima que ¡la mitad de la
comida se desecha! Esto, muestra Grain, sería suficiente para alimentar seis
veces a todos los hambrientos del mundo. La mayor parte de esa comida
desperdiciada se descompone en basureros. Según informes oficiales, de 3 a 5
por ciento de las emisiones de gases proviene de grandes basureros urbanos...
… Resumiendo,
el sistema alimentario agroindustrial es responsable de emisión de gases de
efecto invernadero de entre 11-15 por ciento por agricultura industrial, 15-18
por ciento por deforestación, 15-20 por ciento por transportes, procesamiento,
empacado, refrigeración y venta en supermercados y 3-4 por ciento por
descomposición de alimentos que van a parar a los basureros. En suma es
responsable por entre 44 y 57 por ciento de las emisiones que provocan el
cambio climático. Otros estudios sobre las emisiones de la cría intensiva de
animales –no desglosados en los datos anteriores– sitúan los porcentajes en la
franja superior.
Además,
la agricultura industrial usa (y contamina con agrotóxicos) 70 por ciento del
agua potable global. De lo que queda, entre sólo cinco corporaciones del
sistema alimentario global –Danone, Nestlé, Unilever, Anheuser-Bush y Coca
Cola– consumen, privatizando de facto, suficiente agua para satisfacer los
requerimientos domésticos diarios de agua de cada persona en el planeta.
Paradójicamente,
esta cadena agroindustrial ni siquiera da de comer a la mayoría: el 70 por
ciento de la población del mundo se alimenta gracias a lo producido por campesinos
y agricultores familiares, indígenas, recolectores, pescadores artesanales,
huertas urbanas. (Ver Quién nos alimentará?, Grupo ETC).
Las
alternativas existen y están a la mano: salir de la cadena agroindustrial,
apoyando y fortaleciendo la red alimentaria campesina, la producción
culturalmente diversa y descentralizada, sin tóxicos, los mercados locales. Así
además se pueden reconstituir los suelos, el mayor factor de absorción y
retención de carbono del planeta.