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Piotr Kropotkin |
Lo que se llamaba ‘Ley natural’ no es más que una cierta relación entre fenómenos que vemos confusamente… es decir, si un fenómeno determinado se produce en determinadas condiciones, seguiríase otro fenómeno determinado. No hay ley alguna aparte de los fenómenos: es cada fenómeno el que gobierna lo que le sigue, no la ley. No hay nada preconcebido en lo que llamamos armonía de lo natural. El azar de colisiones y encuentros ha bastado para demostrarlo. Este fenómeno perdurará siglos porque la adaptación, el equilibrio que representa, ha tardado siglos en asentarlo...
... La ley es, relativamente hablando, producto de los tiempos modernos. La especie humana vivió siglos sin ninguna ley escrita… escribió también
Kropotkin, añadiendo:
Sin sentimiento y usos sociales, habría sido del todo imposible la vida en común. No fué la ley quien los estableció; son anteriores a toda ley. Ni los ordenó tampoco la religión; son anteriores a toda religión. Se hallan entre todos los animales que viven en sociedad. Se desarrollan espontáneamente por la propia naturaleza de las cosas… Surgen de un proceso de evolución…
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Humberto Maturana |
Kropotkin tiene que dar un rodeo para explicar qué es la vida humana; tiene que decir que la vida humana funcionaba antes que la ley y que la religión, para demostrar que los sentimientos de solidaridad son
propios de la vida humana y no producto de la ley. Estos rodeos son los que siempre tenemos que dar a falta de conceptos y de representaciones que expliquen la realidad con minúscula de la vida.
Por eso el concepto de autopoyesis implica una revolución de la semántica, al menos en esta cuestión: c
aos es armonía, eficacia, perfección. An-arquía es la cualidad básica de los sistemas autopoyéticos, puesto que no hay entes superiores que dicten leyes ni las mantengan: no hay Poder
: la vida es an-árquica.
Las formas orgánicas son al mismo tiempo, caóticas y perfectas; caóticas porque no hay un orden predeterminado ni un patrón de conducta: no se fabrican con moldes fijos ni maquetas; y son perfectas porque realizan perfectamente los procesos vitales que sustentan.
Así pues,
‘caos’ y ‘perfección’,‘caos’ y ‘armonía’, no sólo no son calificativos excluyentes sino que están estrechamente unidos. Lo mismo que la ausencia de ley está unida a la armonía, porque
los fenómenos naturales, la vida, es un equilibrio que ha tardado siglos de evolución en asentarse: esa es la razón de la armonía y de la perfección, y no la ley preconcebida.
El conocimiento de la vida, su condición autopoyética y an-árquica, se oculta en medio de una profusión de información y de conocimientos dispersos. Como si estudiásemos los órganos, los tejidos y las células de nuestro organismo por separado y nos ocultasen que forman parte de nuestro cuerpo, su función y su interrelación (armónica, an-árquica) como partes de un todo. De este modo, a pesar de todos los conocimientos –cada vez más específicos, más sectorializados, como si la verdad estuviese en el interior de cada corpúsculo sólido de vida, y no en la interrelación de sus formas y procesos, en su movimiento asociatiavo–, y a pesar de los avances tecnológicos para estudiar la vida, c
omo decía Saint Exupéry, lo evidente permanece invisible; invisible, indecible e impensable porque nuestro mundo simbólico y nuestra semántica ocultan lo que es la vida.Y se oculta, porque si los seres vivos tienen como cualidad la autorregulación, y si su agrupación, por muy compleja cuantitativa y cualitativamente que sea, no es jerarquización, la necesidad de cualquier tipo de gobierno o de jefatura queda en entredicho.
Extraído de "El Asalto al Hades. La Rebelión de Edipo". 1º parte, de Casilda Rodrigáñez, 2011.