En América, Europa encontró la iguana.
Esta bestia diabólica había sido presentida por las imágenes de los dragones. La iguana tiene cabeza de dragón, buche de dragón, cresta y coraza de dragón y garras y cola de dragón.
Pero si el dragón era como la iguana es, se equivocó la lanza de san Jorge.
Ella sólo se pone rara cuando se enamora. Entones cambia de color y de ánimo, anda nerviosa, pierde el hambre y el rumbo y se vuelve desconfiada. Cuando el amor no la atormenta, se hace amiga de todos, trepa a los árboles en busca de hojas sabrosas, nada en los ríos por puro gusto y se echa a dormir la siesta al sol, sobre las piedras, abrazada a otras iguanas. A nadie amenaza, no sabe defenderse y ni siquiera es capaz de dar dolor de barriga a los humanos que la comen.
De Eduardo Galeano, Espejos "una historia casi universal"