Palabras almas

... La vida del Guaraní en todos sus momentos importantes -concepción, nacimiento, recepción de nombre, iniciación, paternidad y maternidad, enfermedad, vocación chamánica, muerte- se define a sí misma en función de una palabra-alma única y singular, que hace lo que dice



 El hombre, al nacer, es una "palabra-alma" que se pone de pie y se yergue hasta su estatura plenamente humana.
Los Mbyá cuentan que los Padres de las Palabras-Almas, desde sus respectivos cielos, se comunican a través del sueño con el que ha de ser padre. Y es la palabra soñada la que, comunicada a la mujer, toma asiento en ella y comienza la concepción del nuevo ser humano. Se reconoce, es cierto, la necesidad de las relaciones sexuales para la concepción. 

La criatura es enviada por Los de Arriba. "El padre la recibe en sueño, cuenta el sueño a la madre y ésta queda embarazada" (Egon Schaden, Aspectos fundamentais da cultura guarani, 1974, p. 108). 
La palabra "toma asiento" en el seno de la madre -oñemboapyka-, tal como lo hace la palabra que desciende sobre el chamán, éste también sentado en un banquito ritual en forma de jaguar.

Es el chamán o líder religioso quien debe encontrar, mediante la inspiración y las oraciones, a veces muy largas, el nombre de la persona según el lugar espiritual de donde viene. El nombre es parte integrante de la persona.

La educación tradicional de los Guaraníes es una educación para escuchar las palabras que recibe de Los de Arriba, generalmente a través del sueño. 

El Guaraní busca la perfección de su ser en la perfección de su decir

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Comunidad Cocuereí

Texto extraído deGUARANI RETÃ 2008:  LOS PUEBLOS GUARANÍES EN LAS FRONTERAS ARGENTINA, BRASIL Y PARAGUAY. UNaM, ENDEPA; CTI, CIMI, ISA, UFGD; CEPAG, CONAPI, SAI, GAT, SPSAJ, CAPI.

Desmitificando mitos ambientales 2

Guillermo  Enrique Hudson (naturalista argentino) nos demuestra con un experimento sencillo todo su amor por la naturaleza y la ciencia.

El siguiente relato ha de demostrar qué poco recelan del hombre las vizcachas. Hace pocos años salí a cazarlas por tres noches consecutivas. Trabajé en un círculo y siempre regresando a las mismas madrigueras, no habiéndome alejado nunca a más de cuatro o cinco minutos de marcha desde mi hogar. Durante esas tres noches maté unas sesenta vizcachas, y probablemente otras tantas escaparan malamente heridas a su madriguera, pues son duras para ser muertas, aunque malheridas, si están sentadas cerca de su cueva, es casi seguro que escapan. Más a la tercera noche no las hallé más ariscas, y exterminé tantas como la primera noche. Tras esto, suspendí, disgustado, mi persecución; no era un deporte que me agradase y exterminarlas o asustarías con una escopeta parecía tarea imposible*”. 



* “Un Naturalista En El Plata”. Guillermo Enrique Hudson, 1892

Un ser sensible y pensante. Lo que se dice, un pedagogo de la naturaleza ...